Monday, April 9, 2012

Ley, pastoral, cultura, violencia


Ley, pastoral, cultura, violencia

                                                                                                Chencho Alas

Nos tomó a todos por sorpresa la grata noticia acerca de la disminución súbita de asesinados en nuestra país, algo que no se puede dar si no existen tentáculos visibles y ocultos del crimen organizado ya sea entre las maras, la policía y el ejército, o entre los que tienen gruesas cuentas bancarias y políticas.

Más sorpresiva fue para mi la reacción de determinados personajes de la política pipil que al conocer la noticia del traslado de algunos jefes de las maras Salvatrucha (M-13) y de la Calle 18 (M-18), se rasgaron las vestiduras y comenzaron a exigir el cumplimiento de la ley. Según ellos, quienes han sido condenados por la justicia a vivir algunos años en Zacatrás, no pueden ser trasladados a cárceles de régimen más benigno. El comentario de Calderón Sol, de Cristiani, de Mauricio Funes creo que se puede traducir en los siguientes términos: “Primero es la ley y luego la vida. Es preferible que continúen en Zacatrás, aunque eso signifique que sigan ordenando la muerte de cientos de personas. ¡No hay negociación!” 

Si se lee entre líneas algunos comunicados de prensa, quien intervino para llegar a un acuerdo entre los jefes de las maras de bajar la guardia asesina, fue el Capellán de la Policía y el Ejército, Mons. Fabio Colindres, lo cual fácilmente se entiende ya que su trabajo es pastoral, -esa es su función dentro de la Iglesia-. Lástima que no lo hizo antes.

Me pregunto: ¿habrá que cumplir con la ley a ciegas? Pero, ¿cuál es el objetivo de la ley? La sociedad a lo largo de la historia ha buscado la seguridad, la armonía, el respeto, la colaboración mutua y solidaria, valores todos relacionados con la protección de la vida. Para asegurarse que estos valores están presentes entre sus miembros, ha visto necesaria la existencia de leyes. Estas, por lo tanto, no son un fin en si mismo, no están por encima de la sociedad, solamente son instrumentos al servicio de la vida.

Por otra parte, aunque hay diferencia de funciones entre los miembros de la sociedad, unos son abogados, jueces, políticos… otros están dedicados al servicio espiritual como los pastores, sacerdotes… Sin embargo, unos y otros tienen como último fin no solo su bien personal sino también cuidar y mantener la salud integral de la sociedad. O sea, debe darse una integración de todos en la búsqueda del objetivo último, la justicia y la paz.

Lo arriba afirmado, desde el campo de la cultura nos exige unidad en nuestros valores y acciones.  La cultura está constituida por siete instituciones íntimamente entrelazadas: la familiar, la simbólica (sobre todo el lenguaje), la educativa, la religiosa, la económica, la política y la lúdica incluyendo los deportes. Por ejemplo, la familia tiene que ver con cada una de las otras instituciones al igual que la política, etc.  Por lo tanto, no podemos aislarnos o ver nuestros actos como algo independiente. Desde el punto de vista de la cultura, tenemos que analizar la violencia desde todos los campos y enfrentarla de manera integral, no solo desde la ley o del garrote, lo que se hace en El Salvador. La violencia es una cuestión nacional y como tal, todos estamos obligados a luchar contra ella no solo dentro de nuestra frontera sino más allá. Se trata de un mal planetario que requiere soluciones planetarias.

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