Tuesday, September 18, 2012

EL FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO


EL FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO

                                                                                    Chencho Alas

            Es costumbre del Papa actual, Benedicto XVI, invitar a periodistas para que le acompañen en sus viajes internacionales. La semana pasada el Papa viajó al Líbano y conversó con los señores de los medios de comunicación. Uno de ellos le preguntó acerca del fundamentalismo y la violencia en el Medio Oriente. La respuesta del Pontífice fue muy clara: “El fundamentalismo es siempre una falsificación de la religión y va contra el sentido de la religión que invita a difundir la paz de Dios en el mundo… Debemos respetarnos los unos a los otros… El mensaje fundamental de la religión debe estar contra la violencia, que es una falsificación como el fundamentalismo…”

Un amigo me invitó a almorzar en un restaurante de comida rápida y dos médicos cardiólogos nos vieron y nos pidieron compartir la mesa. Uno de ellos, antes de sentarse, nos lanzó la siguiente pregunta: ¿Qué piensan ustedes del fundamentalismo musulmán? De inmediato intervine y le dije: “El fundamentalismo no es algo propio del Islam, lo encontramos en todas las religiones como una enfermedad que carcome la fe verdadera de los creyentes. Lo tenemos también entre los cristianos.” Eso bastó para que cambiáramos de tema.

Hace algunos años acompañaba a delegaciones de estudiantes universitarios judíos que llegaban al Bajo Lempa para acompañar a las comunidades campesinas organizadas en la Coordinadora del Bajo Lempa, ubicada del lado de Usulután. Después de participar con las familias en las labores del campo y una vez cenados, se dedicaban a estudiar la Torah, los cinco primeros libros de la Biblia. A veces se quedaban hasta la medianoche. Me gustaba acompañarlos. Algunos defendían con mentalidad muy liberal determinados temas de sus libros sagrados; otros se aferraban a la letra, muy rigurosos en la interpretación de los textos cayendo así en el fundamentalismo sionista. El fundamentalismo es justo eso, la lectura al pie de la letra de textos sagrados sin tener en cuenta el contexto de los mismos. Solo en el contexto encontramos su verdadera interpretación.

Algunas noches, comenzando a las dos de la mañana, el pastor evangélico de una comunidad vecina a Ciudad Romero iniciaba sus arengas leyendo los textos de la Biblia que más le convenían, lo que le permitía lanzar a los católicos al infierno “hasta con pasadita de tipo” y ofreciéndole a los seguidores el cielo como si fuera su propiedad privada. Ponía los parlantes a todo volumen, lo que hacía imposible dormir. En una ocasión fui a la policía y uno de los agentes me dijo que estaba en su derecho el predicar. Muy bien, le respondí, pero no tiene derecho a perturbar el descanso de tanta gente. Amenacé denunciarlo ante el juez y entonces cambió de opinión; fue al pastor y le pidió que no usara las parlantes a esas horas.

El fundamentalismo es una enfermedad de las religiones que las ataca y las vacía de contenido, las falsea. Desde luego, su origen no está en la religión misma sino entre los que la practican; personas que sufren de desequilibrios emotivos que los lleva a imponerse a los demás, a violentar el derecho ajeno y muchas veces a buscar la muerte del otro, de aquel que no piensa como él, de quien no acepta su fe como él la concibe. El fundamentalismo religioso es mucho más peligroso cuando se mezcla con posiciones políticas agresivas. Eso es lo que estamos viendo en el Medio Oriente, pero también se da entre nosotros los cristianos.

Cuando llegué a Suchitoto para ejercer mi trabajo pastoral nombrado por Mons. Chávez y González el año de 1968, lo primero que hice fue pedirle al sacristán que quitara los altoparlantes de la fachada de la iglesia. El se sorprendió y me dijo que no podía hacerlo porque el párroco anterior los había puesto y el pueblo los quería. Me obedeció con disgusto. ¿Qué derecho tiene la Iglesia Católica o las otras iglesias a perturbar el descanso, el silencio o las creencias de los demás? ¿Por qué voy a imponer una fe o una manera de vivir la fe al otro? Si quiere escucharme, que venga conmigo o que vaya a la iglesia que él o ella decida. La libertad religiosa es sagrada, es tan sagrada como la religión que alguien practica. Solo en la libertad se puede alabar a Dios.

Juzgo que deberían de darse leyes aboliendo el uso de parlantes fuera del ámbito de templos e iglesias. Sé que si se hace, habrá resistencias. Una señora bautista del Bajo Lempa vino un día hacia mi y me dijo: “Estoy feliz que ya vamos a tener nuestros parlantes para predicar el evangelio a nuestra comunidad”. Yo les respondí: “Señora, eso es horroroso, ahora van a haber tres iglesias compitiendo con los volúmenes de sus parlantes”. Ella me dijo: “Tenemos obligación de predicarle a la gente que no viene a nuestro templo el evangelio para que no se condene, si no lo hacemos, se van al infierno.”

¡Hasta el cielo y el infierno se han convertido en propiedad privada! 


Thursday, September 13, 2012

DOS CLASES DE LIDERES EN LA SOCIEDAD POLÍTICA


DOS CLASES DE LÍDERES EN LA SOCIEDAD POLÍTICA

                                                                                    Chencho Alas

            Existen en la sociedad política dos clases de líderes, el que ve hacia arriba y abajo y el que ve horizontalmente. El que ve hacia arriba y abajo tiene como característica principal el reconocimiento de que hay otros por encima de él a los cuales debe pleitesía, obediencia, subordinación y abajo se encuentra la chusma, el pueblo. En los mandos medios y altos del gobierno, el que ve hacia arriba es un arribista, generalmente un profesional sin autoestima, alguien con actitud de dependencia, sin valores propios, especialmente sin libertad y sin capacidad de reconocer la verdad objetiva. Acepta la verdad del que está arriba porque le conviene, porque le es más cómodo, porque sueña que de esa manera va a poder subir otro poquito más. Es un castrado mental y volitivo, dispuesto al fraude, que acepta fácilmente la corrupción, sobre todo si le trae beneficio propio. Esta clase de líderes suele hacerse rica de la noche a la mañana, con una acumulación de riqueza que siempre estará por debajo de los que están arriba.

El que ve hacia arriba mira a sus semejantes, a los que están en su nivel con suspicacia, con envidia, con temor de verse desplazado. Por lo tanto, las señales de amistad que da o que recibe no pueden ahondar en su psique debido a la maldita desconfianza en la que vive. En el fondo tiene un yo ahogado en su conciencia. La vida para él es un juego de conveniencias; no está dirigida por valores y principios. Tiene la capacidad de saltar de un partido a otro porque le conviene, porque quizá le trae más beneficios. Desconoce la necesidad de un plan de nación basado en el bien común, el buen vivir o su versión andina “sumak kawsay”, “que nos sale al encuentro como un evangelio de vida posible, digna y para todas las personas y todos los pueblos”.  Su afiliación política será con el partido que le permite gozar de algunos privilegios, aunque tenga que bajar la cabeza siempre ante los de arriba.

El que ve hacia arriba mira a los de abajo con desprecio, con contención. El pueblo solamente tiene algún valor durante las elecciones. Como son de abajo, se les puede agradar con una camiseta que rece ARENA, con tamales o tarjetas para comprar en los supermercados al estilo del PRI en las pasadas elecciones de Méjico. Son los hambrientos, necesitados, descamisados, sin trabajo a los cuales se les puede agradar con chucherías. Con sus semejantes o con los de arriba son corteses, caballerosos; a los de abajo fácilmente se les puede gritar, exigir, mandar o patear.

Quiero aclarar que no me estoy refiriendo a Norman Quijano, candidato a presidente de ARENA con la aprobación de los de arriba, de la argolla dorada, sin consulta con las bases. Desconozco a este personaje, pero él puede hacer su propio retrato a partir de los que miran hacia arriba.

El que ve horizontalmente respeta a los de arriba y a los de abajo. En todos reconoce los valores inherentes a su ser de personas no importa la ropa, el barrio donde vive, la escolaridad que tenga, la acumulación de riqueza o de pobreza que haya hecho, la religión a la que pertenece, si es ateo o creyente.

Está orgulloso de la libertad que goza, no importan las presiones que le quieran imponer; busca la verdad objetiva sabiendo que en ésta siempre hay más de algún elemento subjetivo. En su actuar político está guiado por valores y principios, por el concepto de nación que es algo para todos. No se alinea con intereses de grupúsculos o argollas doradas. No se vende ni pide a otros que lo hagan, porque su actuación está basada en el respeto, ni baila ante el partido que le ofrece ser alcalde, diputado o ministro. No ve a nadie con suspicacia, confía en sus propias cualidades y habilidades. Es capaz de vivir la amistad con profundidad.

Los que ven hacia arriba los encontramos infiltrados en todos los partidos, en algunos más que en otros. Pueda ser que en su tiempo fueron izquierdistas pero al ver el billete verde o el poder buscaron otro sitial, al estilo de Carlos Villalobos y algunos o algunas de sus camaradas.

Mi opinión es que Salvador Sánchez Cerén, candidato del FMLN, se encuentra en la clase de los que ven horizontalmente. La mejor prueba que tengo en su favor es su dedicación a la educación de los niños desde el Ministerio de Educación. Mientras Norman Quijano anuncia que va abolir el subsidio a los padres de familia para que envíen sus hijos a la escuela, -la entrega de zapatos, uniformes, y refrigerios-, Salvador ve en la educación de nuestra niñez el trampolín para el desarrollo de El Salvador.

Conclusión: Norman Quijano ve hacia arriba, Salvador Sánchez Cerén ve horizontalmente. ¿Con quién te quedas? Si ves para arriba, vota ARENA; si ves horizontalmente, vota FMLN.

Thursday, September 6, 2012

¿SEGUNDA REVOLUCION?


                                                        ¿SEGUNDA REVOLUCION?

                                                                                      Chencho Alas

           ¿Habrán iniciado un comandante guerrillero, Raúl Mijango, y un obispo, Fabio Colindres, la segunda fase de la revolución salvadoreña? La primera estuvo más orientada a la liberación de los campesinos oprimidos y sin tierra; se centró en el problema agrario debido a la concentración de la propiedad en muy pocas manos. El resultado obtenido: una liberación parcialmente resuelta. La segunda fase tiene que trasladarse a la ciudad, a los cinturones de miseria, a los niños y las mujeres pobres de las barriadas, a los jóvenes, a los hombres que encuentran trabajo un día sí y otro no.
La guerra desplazó miles de familias del campo a la ciudad y del país hacia el sur y norte de nuestro continente. Fueron cientos de miles de familias que se establecieron particularmente en los Estados Unidos, muchas de ellas llevando consigo niños pequeños que crecieron la mayoría solos porque sus papás tenían que trabajar para lograr el sustento de la familia. Muchos de esos niños ya un poco crecidos se enfrentaron a los cholos, a los negros, a las pandillas de Los Ángeles y de otras ciudades de este país. Poco a poco aprendieron que era necesario organizarse de la misma manera para poderse defender y formaron sus propias pandillas o maras, las dos más famosas: la 18 y la MS 13 o Salvatrucha. Pasaron de la defensa al ataque y de allí al crimen, a la cárcel y a la deportación. Ahora nos encontramos sumidos en un abismo de donde se duda si existe una salida.
Pareciera que la historia de las pandillas es así de simple. Nos equivocamos. Tenemos que retroceder en el tiempo y descubrir las causas que motivaron la guerra, los 12 años de enfrentamiento armado entre el FMLN y la oligarquía. Después del pequeño respiro que trajo al país la Alianza para el Progreso, 1962-1967, años en que hubo más empleo y un mínimo bienestar económico, la población se sumió en una mayor pobreza, sobretodo con la introducción de la revolución verde que permitió llevar adelante una política centrada en las exportaciones agrícolas abandonando los pequeños esfuerzos encaminados a asegurar la autosuficiencia alimentaria. La respuesta del gobierno que recibía órdenes de la oligarquía fue sacar al ejército a las calles de nuestras ciudades y a los senderos de nuestras comunidades campesinas para matar y la creación de los escuadrones de la muerte que llenaron de luto nuestros hogares u obligaron a las familias a salir del país.
¡La respuesta del FMLN fue contundente! El ejército, los escuadrones de la muerte y los asesores norteamericanos no pudieron vencer a los muchachos y fue necesario ir a la mesa del diálogo para firmar los Acuerdos de Paz. Pero, en esos acuerdos no se tocó el tema económico y quedó pendiente sobre todo el problema de miseria urbana. Por lo mismo, es necesario plantearnos una segunda fase de la revolución salvadoreña. Es necesario cambiar las estructuras en las cuales viven hacinadas las familias en las colonias y en los tugurios. Tenemos que preguntarnos sobre el estado de la seguridad alimentaria, la vivienda, la salud, la educación, el empleo, la producción y tantas otras cosas más. Las preguntas tienen que ser seguidas de respuestas.
Me pregunto si un excomandante guerrillero y un obispo han iniciado la segunda revolución que necesita El Salvador o solamente se trata de poner unos cuantos remiendos dejando que el mal continúe carcomiendo las entrañas de nuestro pueblo. Me pregunto si la empresa privada, la OEA, los gobiernos amigos se proponen crear un modelo de país que genere riqueza y sea imitado por otras naciones. Por lo que estoy leyendo, me temo que nos vamos a quedar muy cortos. Esta tarea sobrepasa las fronteras de una fundación que planifica construir cárceles modernas, como lo sugiere Antonio Cabrales. ¿No será que se quiere imitar el modelo de Estados Unidos, la privatización de las cárceles para que corporaciones israelitas, norteamericanas y de otros países del llamado primer mundo se beneficien? Si es así, mejorará un poquito la vida de los reclusos, pero el gran útero del pueblo pobre continuará sacando a luz nuevos hijos a hijas para que terminen en las cárceles o con un arma en la mano, dispuestos a matar.
Quizá sea necesario volver nuestra mirada hacia el sur, hacia Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador en donde se están dando cambios sin cañonazos que benefician a las mayorías y reafirman las soberanías nacionales.
Austin, Tx, 05 de septiembre de 2012