Thursday, September 6, 2012

¿SEGUNDA REVOLUCION?


                                                        ¿SEGUNDA REVOLUCION?

                                                                                      Chencho Alas

           ¿Habrán iniciado un comandante guerrillero, Raúl Mijango, y un obispo, Fabio Colindres, la segunda fase de la revolución salvadoreña? La primera estuvo más orientada a la liberación de los campesinos oprimidos y sin tierra; se centró en el problema agrario debido a la concentración de la propiedad en muy pocas manos. El resultado obtenido: una liberación parcialmente resuelta. La segunda fase tiene que trasladarse a la ciudad, a los cinturones de miseria, a los niños y las mujeres pobres de las barriadas, a los jóvenes, a los hombres que encuentran trabajo un día sí y otro no.
La guerra desplazó miles de familias del campo a la ciudad y del país hacia el sur y norte de nuestro continente. Fueron cientos de miles de familias que se establecieron particularmente en los Estados Unidos, muchas de ellas llevando consigo niños pequeños que crecieron la mayoría solos porque sus papás tenían que trabajar para lograr el sustento de la familia. Muchos de esos niños ya un poco crecidos se enfrentaron a los cholos, a los negros, a las pandillas de Los Ángeles y de otras ciudades de este país. Poco a poco aprendieron que era necesario organizarse de la misma manera para poderse defender y formaron sus propias pandillas o maras, las dos más famosas: la 18 y la MS 13 o Salvatrucha. Pasaron de la defensa al ataque y de allí al crimen, a la cárcel y a la deportación. Ahora nos encontramos sumidos en un abismo de donde se duda si existe una salida.
Pareciera que la historia de las pandillas es así de simple. Nos equivocamos. Tenemos que retroceder en el tiempo y descubrir las causas que motivaron la guerra, los 12 años de enfrentamiento armado entre el FMLN y la oligarquía. Después del pequeño respiro que trajo al país la Alianza para el Progreso, 1962-1967, años en que hubo más empleo y un mínimo bienestar económico, la población se sumió en una mayor pobreza, sobretodo con la introducción de la revolución verde que permitió llevar adelante una política centrada en las exportaciones agrícolas abandonando los pequeños esfuerzos encaminados a asegurar la autosuficiencia alimentaria. La respuesta del gobierno que recibía órdenes de la oligarquía fue sacar al ejército a las calles de nuestras ciudades y a los senderos de nuestras comunidades campesinas para matar y la creación de los escuadrones de la muerte que llenaron de luto nuestros hogares u obligaron a las familias a salir del país.
¡La respuesta del FMLN fue contundente! El ejército, los escuadrones de la muerte y los asesores norteamericanos no pudieron vencer a los muchachos y fue necesario ir a la mesa del diálogo para firmar los Acuerdos de Paz. Pero, en esos acuerdos no se tocó el tema económico y quedó pendiente sobre todo el problema de miseria urbana. Por lo mismo, es necesario plantearnos una segunda fase de la revolución salvadoreña. Es necesario cambiar las estructuras en las cuales viven hacinadas las familias en las colonias y en los tugurios. Tenemos que preguntarnos sobre el estado de la seguridad alimentaria, la vivienda, la salud, la educación, el empleo, la producción y tantas otras cosas más. Las preguntas tienen que ser seguidas de respuestas.
Me pregunto si un excomandante guerrillero y un obispo han iniciado la segunda revolución que necesita El Salvador o solamente se trata de poner unos cuantos remiendos dejando que el mal continúe carcomiendo las entrañas de nuestro pueblo. Me pregunto si la empresa privada, la OEA, los gobiernos amigos se proponen crear un modelo de país que genere riqueza y sea imitado por otras naciones. Por lo que estoy leyendo, me temo que nos vamos a quedar muy cortos. Esta tarea sobrepasa las fronteras de una fundación que planifica construir cárceles modernas, como lo sugiere Antonio Cabrales. ¿No será que se quiere imitar el modelo de Estados Unidos, la privatización de las cárceles para que corporaciones israelitas, norteamericanas y de otros países del llamado primer mundo se beneficien? Si es así, mejorará un poquito la vida de los reclusos, pero el gran útero del pueblo pobre continuará sacando a luz nuevos hijos a hijas para que terminen en las cárceles o con un arma en la mano, dispuestos a matar.
Quizá sea necesario volver nuestra mirada hacia el sur, hacia Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador en donde se están dando cambios sin cañonazos que benefician a las mayorías y reafirman las soberanías nacionales.
Austin, Tx, 05 de septiembre de 2012
 

           
                                                                                   






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