DOS CLASES DE LÍDERES EN LA SOCIEDAD POLÍTICA
Chencho
Alas
Existen en la sociedad política
dos clases de líderes, el que ve hacia arriba y abajo y el que ve
horizontalmente. El que ve hacia arriba y abajo tiene como característica
principal el reconocimiento de que hay otros por encima de él a los cuales debe
pleitesía, obediencia, subordinación y abajo se encuentra la chusma, el pueblo.
En los mandos medios y altos del gobierno, el que ve hacia arriba es un
arribista, generalmente un profesional sin autoestima, alguien con actitud de
dependencia, sin valores propios, especialmente sin libertad y sin capacidad de
reconocer la verdad objetiva. Acepta la verdad del que está arriba porque le
conviene, porque le es más cómodo, porque sueña que de esa manera va a poder
subir otro poquito más. Es un castrado mental y volitivo, dispuesto al fraude,
que acepta fácilmente la corrupción, sobre todo si le trae beneficio propio. Esta
clase de líderes suele hacerse rica de la noche a la mañana, con una
acumulación de riqueza que siempre estará por debajo de los que están arriba.
El que
ve hacia arriba mira a sus semejantes, a los que están en su nivel con
suspicacia, con envidia, con temor de verse desplazado. Por lo tanto, las
señales de amistad que da o que recibe no pueden ahondar en su psique debido a
la maldita desconfianza en la que vive. En el fondo tiene un yo ahogado en su
conciencia. La vida para él es un juego de conveniencias; no está dirigida por
valores y principios. Tiene la capacidad de saltar de un partido a otro porque
le conviene, porque quizá le trae más beneficios. Desconoce la necesidad de un
plan de nación basado en el bien común, el buen vivir o su versión andina “sumak kawsay”, “que nos sale al encuentro como un evangelio de vida
posible, digna y para todas las personas y todos los pueblos”. Su afiliación política será con el partido que le permite
gozar de algunos privilegios, aunque tenga que bajar la cabeza siempre ante los
de arriba.
El que
ve hacia arriba mira a los de abajo con desprecio, con contención. El pueblo
solamente tiene algún valor durante las elecciones. Como son de abajo, se les
puede agradar con una camiseta que rece ARENA, con tamales o tarjetas para
comprar en los supermercados al estilo del PRI en las pasadas elecciones de
Méjico. Son los hambrientos, necesitados, descamisados, sin trabajo a los
cuales se les puede agradar con chucherías. Con sus semejantes o con los de arriba
son corteses, caballerosos; a los de abajo fácilmente se les puede gritar,
exigir, mandar o patear.
Quiero
aclarar que no me estoy refiriendo a Norman Quijano, candidato a presidente de
ARENA con la aprobación de los de arriba, de la argolla dorada, sin consulta
con las bases. Desconozco a este personaje, pero él puede hacer su propio
retrato a partir de los que miran hacia arriba.
El que
ve horizontalmente respeta a los de arriba y a los de abajo. En todos reconoce
los valores inherentes a su ser de personas no importa la ropa, el barrio donde
vive, la escolaridad que tenga, la acumulación de riqueza o de pobreza que haya
hecho, la religión a la que pertenece, si es ateo o creyente.
Está
orgulloso de la libertad que goza, no importan las presiones que le quieran
imponer; busca la verdad objetiva sabiendo que en ésta siempre hay más de algún
elemento subjetivo. En su actuar político está guiado por valores y principios,
por el concepto de nación que es algo para todos. No se alinea con intereses de
grupúsculos o argollas doradas. No se vende ni pide a otros que lo hagan,
porque su actuación está basada en el respeto, ni baila ante el partido que le
ofrece ser alcalde, diputado o ministro. No ve a nadie con suspicacia, confía
en sus propias cualidades y habilidades. Es capaz de vivir la amistad con
profundidad.
Los que
ven hacia arriba los encontramos infiltrados en todos los partidos, en algunos
más que en otros. Pueda ser que en su tiempo fueron izquierdistas pero al ver
el billete verde o el poder buscaron otro sitial, al estilo de Carlos Villalobos
y algunos o algunas de sus camaradas.
Mi
opinión es que Salvador Sánchez Cerén, candidato del FMLN, se encuentra en la
clase de los que ven horizontalmente. La mejor prueba que tengo en su favor es
su dedicación a la educación de los niños desde el Ministerio de Educación.
Mientras Norman Quijano anuncia que va abolir el subsidio a los padres de
familia para que envíen sus hijos a la escuela, -la entrega de zapatos,
uniformes, y refrigerios-, Salvador ve en la educación de nuestra niñez el
trampolín para el desarrollo de El Salvador.
Conclusión: Norman Quijano ve hacia arriba,
Salvador Sánchez Cerén ve horizontalmente. ¿Con quién te quedas? Si ves para
arriba, vota ARENA; si ves horizontalmente, vota FMLN.
No comments:
Post a Comment