EUROPA DE LAS DECEPCIONES
Jorge Gómez Barata
Europa, cuna y fragua de la civilización occidental,
fracasó en América, el Indostán y África al convertir lo que pudo ser una magna
obra civilizatoria en aventuras de rapiña y disfrutó un éxito efímero durante el
nuevo reparto del mundo tolerado por Estados Unidos, que tras la Primera Guerra
Mundial le permitió acceder a las riquezas del Medio Oriente.
El Viejo Continente vivió días de ilusión cuando en
la inmensa y empobrecida Rusia, los bolcheviques prometieron el paraíso en la
tierra y mientras restañaba las heridas ocasionadas por los nazis, se recreó edificando
los estados de bienestar, golpeados por la embestida neoliberal, celebró con
atavismos caníbales el fin del comunismo y vive hoy días de angustia porque la
crisis, gestada por ella misma, amenaza su obra mejor: la unidad y la cohesión
política.
No obstante, a lo largo de medio milenio, entre
estrategias erróneas, guerras brutales, revoluciones fallidas y liderazgos espurios,
Europa el lugar donde se inventaron la democracia y el liberalismo, aunque
también los imperios que negaron la
condición humana a los pueblos del Nuevo Mundo y fundaron la prosperidad de sus
colonias sobre la trata de esclavos; mostró capacidad para sobrevivir a sus errores y, pasando sobre rencores
y nacionalismos, avanzó como ninguna otra región del mundo en la integración
económica y política, que pudieron ser uno de los paradigmas políticos del siglo
XXI.
Europa que parecía haber dejado atrás las guerras y
las conquistas y que quiso aprender a vivir sin fronteras para luego prescindir
de ellas y que con el fin del comunismo habían perdido todo pretexto para aventuras bélicas, como
parte de una OTAN que debió ser suprimida cuando desapareció el Pacto de
Varsovia, es arrastrada por Estados Unidos a conflictos sin sentido ni utilidad
en los Balcanes, el Oriente Cercano y África del Norte.
En 1999, junto con la OTAN, Bill Clinton comprometió
a todos los países euro occidentales en la agresión aérea contra Serbia y en 2003
Tony Blair y José María Aznar se juntaron con Bush para integrar el funesto
Trío de las Azores, que los enganchó en la guerra contra Irak. La aventura
contra Libia es la más recientes evidencia de la incapacidad del Viejo
Continente para lidiar con la OTAN, convertida por Estados Unidos en una Europa
dentro de Europa.
No obstante estos eventos políticamente
comprometedores e injustificados y económicamente ruinosos, no tuvieron los
efectos devastadores que han alcanzado las políticas económicas y fiscales
desacertadas que permitieron que las deudas soberanas (contraídas por los
estados) superaran con mucho la capacidad de las economías nacionales para
cubrirlas.
Los gastos públicos excesivos, las políticas
fiscales relajadas y la irresponsable toma de préstamos mediante la emisión de
bonos y otras obligaciones financieras, han conducido a una situación
insuperable para países que como Grecia, Portugal, España e Italia, que por
formar parte de los acuerdos que establecieron la moneda común, arrastran a los
demás.
De ese modo un grupo de países han llegado a un
punto que compromete la vigencia del euro como moneda común, las políticas económicas
consensuadas, incluso la Unión Europea cuya disolución sería un revés de
consecuencias estratégicas, algunas de las cuales son predecibles: Europa
quedaría otra vez a merced de los Estados Unidos y la ruptura de la solidaridad
y las obligaciones que la unidad implican, permitiría que nuevamente asomara el
fantasma de la guerra.
Aunque hay quien cree que la disolución de la Unión Europa será una derrota del
capitalismo, en realidad seria un retroceso estratégico para la humanidad, una
victoria del imperialismo americano y un desastre que se sumaría a las ya
maltratadas fuerzas progresistas.
Aunque sin aquellos significados ideológicos y con
otras connotaciones, el fin de la Unión Europea sería otra catástrofe para la
izquierda y el inicio de otra era de crisis. Ojalá no ocurra. Allá nos vemos.
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