JÓVENES CONSTRUCTORES DE PAZ (JCP)
Por Yeny Nolasco, 22 años de edad, fundadora de JCP.
Por Yeny Nolasco, 22 años de edad, fundadora de JCP.
Cambiar la realidad no es nada fácil, el
mundo entero está en un gran reto
que no todos queremos enfrentar. Todo en el mundo tiene un orden, una jerarquía,
nada es así por así. Nada nace de la nada, el sol se va porque sabe que viene
la luna, el anciano muere por que alguien más debe ocupar su lugar, y así es el
curso de la vida.
Pero hay algo más grande que todo eso, la
vida antes de morir, lo cual es lo más difícil de entender. Es esa etapa de aprendizaje, de educación, de fracasos
y éxitos, de tristezas y alegrías. Es el pleno desarrollo de todo ser vivo, en
especial del ser humano.
La forma de corregir a los hijos hace 50
años era muy distinta a la actualidad, aunque muchas veces algo similar en
algunos sentidos. La disciplina antigua era considerada como muy efectiva. La
formas de castigos que habían eran muy fuertes por lo tanto la obediencia era
algo primordial en la familia. El hecho de hincarlos en maíz o maicillo, bajo
el sol durante algunas horas, o pegarles con reglas muy gruesas en las escuelas
era visto como algo normal y bueno en la educación de los hijos; pero se evitaba la corrección
mas perfecta, el diálogo.
Actualmente esa clase de castigos están
siendo vistos como delitos graves y aquellos que
los ejecutan son castigados con pena de cárcel; ahora se implementan castigos más
suaves a los hijos mal portados, pero para muchos es necesario volver a las correcciones
de antes por tanto vago que hay, según ellos; para otros es necesario el diálogo,
pero como antes, así como ahora es lo que más falta en las familias. Y por ello
nos estamos enfrentando a serios problemas sociales.
Ahora ser joven es un delito, una segura
sentencia de muerte. Hoy día todos buscan el mal de todos, el amor es uno de
los valores más grandes que se ha perdido en la humanidad.
He notado tanta tristeza en los jóvenes,
que por su poca educación e ignorancia de la vida fracasan continuamente y
encaminan una vida incompleta, infeliz, con miedo e inseguridad, sin un buen
prospecto, sin un buen futuro. Eso no es por causa de falta de correcciones o
castigos, sino por falta de amor en la familia y de diálogo.
Trabajar en la corrección de la juventud
actual, debe ser visto con mucho respeto y cuidado, pues depende de ella los
próximos hombres y mujeres, los cuales manejarán la tierra. Es como un padre
quien le hereda a su hijo la
empresa, pero antes lo instruye en
los negocios, para que esa empresa no quiebre, le enseña todo lo que debe saber y más.
Los valores a partir del amor deben ser
siempre la base y razón de la
educación.
No se puede construir en vacío, Dios mismo
creó el orden desde el principio, puso la tierra antes que al hombre, para que
este la pudiera pisar y no caer a la nada.
Los valores y principios deben ser esa
tierra para que ningún joven caiga.
Ahora bien en pleno siglo XXI podríamos
decir que se reconoce el valor del
joven en distintas áreas tales como las iglesias, la política, la economía, en
fin han abarcado un gran porcentaje de aceptación y respeto; pero lo lamentable
es que no son la mayoría, si no muy pocos dentro de nuestro gran mundo. Y con
esos, con la mayoría hay que trabajar aun con más fuerza, pero nunca
descuidarse de los otros.
Justamente, el interés de colaborar con nuestro país y la necesidad de paz
nos ha inspirado la idea de darle nacimiento a la organización Jóvenes Constructores de Paz (JCP) con un
fin específico, fomentar la paz a través de actividades en las cuales se
involucra a las comunidades, se llevan proyectos de educación, de salud, de
formación espiritual, encuentros con otras organizaciones juveniles, etc. El éxito
de nuestro trabajo estriba en que el joven crea en el joven.
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