Friday, December 9, 2011

Política con aroma de mujer


POLITICA CON AROMA DE MUJER
                             (I)
     Cristina Fernandez de Kirchner                        

                                                                           Jorge Gómez Barata

En 60 años Argentina ha catapultado a la fama a algunas de las mujeres más sobresalientes de la política contemporánea. Eva Duarte que de la mano de Juan Domingo Perón, el más famoso de los argentinos después de Carlos Gardel, se instaló en la cúspide de la política integrándose al imaginario popular como Evita; luego trajo al escenario figura entre trágica y patética de Maria Estela Martinez, derrocada por los militares, a la postre puestos tras las rejas por la tenacidad de las aparentemente frágiles abuelas de la Plaza de Mayo, hasta llegar a Cristina Fernández de Kirchner uno de los fenómenos políticos más relevantes del siglo XXI latinoamericano.

En Argentina la mujer obtuvo el derecho al sufragio en 1947 y en 1949 Eva Perón fundó uno de los escasos partidos políticos de género que han existido en el mundo, el Partido Peronista Femenino, que en 1955 fue disuelto por los militares, los mismos que luego encarcelarían y enviarían al exilio a Maria Estela Martinez
 
Hija de descendientes de emigrantes gallegos que a base de trabajo honrado emergieron de la pobreza; fue la primera universitaria en su familia y la única dedicada a la política. En 1974 con 23 años, cuando el país vivía bajo los rigores de la dictadura militar iniciada en 1966, los Montoneros habían emprendido la lucha armada, mientras estudiaba en la universidad y militaba en la Juventud Peronista, conoció a Néstor Kirchner, contemporáneo con ella que daba sus primeros pasos en la política. Seis meses después contrajeron matrimonio.
Con su marido y compañero de toda la vida, Cristina se radicó en Río Gallegos, en la Patagonia, allí ejerció la profesión de abogada y, en 1989  ocupó su primer cargo político electivo como diputada por Santa Cruz, seis años después fue electa Senadora.
En 1991 como virtual jefa de campaña, acompañó a Néstor Kirchner en su primera postulación como gobernador y a su lado, aunque acumulando meritos propios y forjando una sólida y avanzada cultura política, ascendió a los primeros planos de la política nacional. En 2001 llegó al Senado de la Nación, librando sin radicalismos doctrinarios sus propias escaramuzas contra el neoliberalismo impuesto por sucesivas administraciones.   
En 2003 cuando Néstor Kirchner alcanzó la presidencia, ella era ya Senadora Nacional, el país estaba quebrado y la administración encabezada por su compañero, mediante difíciles equilibrios y enérgicas acciones, realizó la hombrada de detener la caída libre, confrontar a la reacción interna, reivindicar el papel del Estado escamoteado por el neoliberalismo y enfrentar a los poderosos acreedores encabezados por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Club de París. Muchos miran hoy hacia Argentina que  logró lo que aterra a Grecia y a otros países de la opulenta Europa.
Aunque resulte imposible establecer cuánto hubo de ella en la obra del presidente Néstor Kirchner, a la luz de su ejecutoria como presidenta es lícito suponer que no fue poco. Me inclino a pensar que durante la presidencia del uno y de la otra, en la política como en la vida, formaron un equipo que mediante un brillante desempeño, no sólo reorientó económicamente a la Argentina sino hicieron mucho para devolverle la autoestima que había sido rebajada hasta la proclamación de: “Una relación carnal con los Estados Unidos…”   
La bella y coqueta mujer, contestataria de toda la vida, esposa feliz y madre realizada, soportó entera la trampa que el destino le tendió al arrebatarle a su esposo. En momentos difíciles, la juventud le regaló un lema que se ha convertido en bandera nacional. ¡Fuerza Cristina!, se aplica hoy al país que la relegitimó con un abrumador respaldo electoral. 
No me extrañó que previo a la recién celebrada Cumbre del Grupo de los 20, en un inédito giro diplomático, el presidente de los Estados Unidos solicitara una entrevista con la mandataria latinoamericana (lo usual es al revés) y, al margen de lo que hayan podido tratar en privado, lo cierto es que con caballerosidad, Obama rindió homenaje a su desempeño, a su talento y su capacidad para generar un consenso nacional, cosa que tendrá él que hacer en los próximos meses y para lo cual dijo: “Querer aprender de ella”.
 Con el glamur de un estrella, el talento de una estadista de alto estándar, la vehemencia de los líderes populares y el encanto que imprime a su gestión, Cristina Fernandez de Kirchner, impactó al Grupo de los 20 no habituado a la claridad, la pasión y también la solidez argumental conque defendió sus puntos de vista que apuestan por el progreso, la inclusión, la justicia social y el orden, sin hacer concesiones a las tendencias autoritarias que creen necesario sacrificar la democracia para establecer eficaces regulaciones.
Su definición del sistema actualmente vigente en la economía mundial, como un “anarco capitalismo” y su defensa de un virtual nuevo orden económico, define su madurez y su prestancia. La fuerza de Argentina y la de Cristina forman un binomio que hará a la América Latina vivir momentos extraordinarios. Afortunadamente no está sola. En épocas de grandes liderazgos en Iberoamérica brillan las damas: Dilma Rousseff es otra. Luego les cuento. Allá nos vemos.

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